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Steve Jobs y el triunfo de las esquinas redondeadas

Steve Jobs y el triunfo de las esquinas redondeadas

Pocos detalles visuales tienen tanto poder emocional como las esquinas redondeadas. Este elemento, hoy omnipresente en interfaces, logos y dispositivos, fue una de las obsesiones más refinadas de Steve Jobs. Para el cofundador de Apple, el diseño no era un lujo estético, sino una forma de humanizar la tecnología.

Jobs creía que la tecnología debía ser amable. En una época en la que las computadoras eran frías, angulosas y distantes, él imaginó dispositivos cálidos, casi orgánicos, que invitaran al usuario a tocarlos. Así nacieron las curvas icónicas del iMac, el iPhone y el iPad, que marcaron el inicio de una nueva era visual.

El poder de una esquina redondeada va más allá de lo visual. Diversos estudios psicológicos demuestran que el cerebro humano asocia las curvas con seguridad, mientras que las formas puntiagudas generan tensión. Apple lo entendió antes que nadie: un teléfono debía sentirse tan accesible y natural como una piedra pulida por el río.

Esta filosofía estética se trasladó a todo el ecosistema digital. Hoy, desde las aplicaciones móviles hasta los dashboards corporativos, el diseño amable de las esquinas redondeadas es símbolo de accesibilidad, empatía y modernidad.

El legado de Jobs se sostiene porque su obsesión tenía propósito. No se trataba solo de belleza, sino de conectar al usuario con la emoción detrás del objeto. Cada borde suavizado es una invitación a la confianza, a disfrutar la experiencia y no solo usarla.

En tiempos donde la inteligencia artificial genera interfaces por segundos, recordar la visión de Jobs es vital. Nos enseña que detrás de cada decisión estética debe existir una razón emocional y humana. Las esquinas redondeadas no solo son una moda: son el recordatorio de que la tecnología, cuando se diseña con sensibilidad, se convierte en arte.

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